EL
CINE COMO ARTE.
El
cine compendia y se basa en todas las artes. Más que ninguna otra las utiliza,
trasvasa y recrea, necesita de ellas, las mejora y las difunde. Sin la
literatura y los escritores, sean de novela, cuento, guión o poesía, el cine no
tendría argumentos. Sin la fotografía,
la pintura, la escultura y la arquitectura, no tendrían soporte estético ni
justificación teórica. Sin la música y la danza, la luz o el color no podría
expresarse en su plenitud. Sin las ciencias, la física y la química, la
tecnología o la informática, el cine no tendría base material en que
sustentarse. El cine, además, conduce a la tecnología hacia el arte, reproduce
la luz y el color y eleva el movimiento y el ritmo a las alturas de las artes
llamadas «nobles», para generar la fantasía, la ficción y la realidad.
Además, un gran número de técnicas y artesanías (la peluquería,
la electrónica, la iluminación, la sastrería...), alguna disciplina científica
(óptica y geometría, por ejemplo) y el resto de las artes, confluyen en buena
medida en la realización de una película, a la que debe añadirse el arte dramático, la interpretación de los actores, la
imaginación o la fuerza creativa del trabajo en grupo. Todas las disciplinas científicas, técnicas y artísticas, mas todos
los esfuerzos profesionales y personales, participan directamente en un día cualquiera de rodaje.
En
1900 se pensaba que el cine se convertiría en un arte si se filmaban objetos
artísticos. Ahora se piensa que los Lumière inventaron el cine como arte,
eligiendo la salida de una fábrica o la llegada de un tren; o se piensa que la
fotografía se convirtió en arte cuando los retratos frontales de Paul Strand
rompieron con la imitación pictorialista de los efectos pictóricos, porque la
ausencia de arte se ha convertido para nosotros contemporáneos en un componente
esencial del arte.